¡PLAM!
Tras el portazo, Ghul dejó de contener la respiración y descansó, soltando con fuerza una bocanada de aire fétido.
—Ya era hora —dijo mientras salía torpemente del armario, dejando tras de sí media docena de perchas bailarinas y varios bloques de LEGO desparramados—, ya pensaba que no se iban a ir nunca.
—Y da gracias a que la madre no ha abierto el armario —dijo Snoof, asomándose con cuidado por la ventana para comprobar que arrancaban el motor del coche.
—¿Dónde te has escondido tú?