—¿¿Tú?? —Luna se llevó las temblorosas manos a la boca mientras comenzaban a brotar lágrimas de sus ojos de forma descontrolada. Sus cejas, arqueadas de forma antinatural, describían junto a su mirada y su sonrisa el sentimiento de sorpresa más extraordinario nunca antes visto en ella— ¿Pero qué…?
Y se tapó
también los ojos. La nariz. La cara entera. Empezó a sollozar entre todos
aquellos aplausos que habían comenzado siendo para las personas que no podían estar
entre sus seres queridos aquella noche y continuaron teniendo como objetivo
aquella pareja que parecía sacada de un anuncio. Un anuncio de Navidad.
—¡Pero bueno! —exclamó Pedro, sonriendo y arrodillándose junto a Luna, soltando a su vez la bolsa de pasas— ¿Qué pensabas? ¿Pensabas que me iba a quedar allí?