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jueves, 9 de diciembre de 2021

Minirelato: Donde y cuando tú quieras, allí estaré

El tiempo había cambiado drásticamente en muy pocas semanas. Las tardes de dulces puestas de sol y paseos entre hojarasca habían quedado atrás y la irrupción del negro atardecer, el viento y el frío se habían apoderado definitivamente del mes de diciembre. Como si del verano o el invierno dependiera, el estado de ánimo de Olga oscilaba también entre el calor más reconfortante y el frío más afilado. Entre la cobertura de una generosa y calentita capa de felicidad y el peso más notorio y abrupto de la melancolía.

Como si fuera algo establecido por una norma no escrita, las reuniones con amigos y amigas en torno a una mesa también dependían de la estación meteorológica. Quienes conocían bien a Olga sabían que de diciembre a mayo podían contar poco o nada con ella. Lo tenían asumido. Aun así, no fueron pocas las invitaciones a cenas, conciertos o tardes de juegos de mesa que recibieron negativas por su parte, fuera quien fuera quien lo propusiera. Ahí no cabían interpretaciones. Esa liturgia tenía un sentido. Su sentido. Y los suyos lo respetaban.