Páginas

miércoles, 19 de junio de 2013

Conversaciones con mi musa #11

Estaba cabizbajo, con los ojos cerrados y los dedos dispuestos sobre el teclado. Pensando en la siguiente frase que diría la protagonista de la escena.

—Hola —solté al aire, de repente.

—¡Guau!.. —exclamó Sara— ¡No me lo puedo creer! 

Sonreí, pero no abrí los ojos. Quería agotar ese recurso finito de inspiración antes de girarme y hablar de nuevo con ella.

—Te veo liado… —insistió.

Pero no le hice caso. Estaba a punto de dar con la frase definitiva para cerrar la escena. Aprisioné los labios entre los dientes y fruncí el ceño en un intento de concentración e inspiración máxima. Cuando creí tenerla, al fin, murmullé la frase:

—«Nunca dejaré de perseguirte. Jamás podrás escapar de mí».

martes, 11 de junio de 2013

¡Tercer (y último) artículo en El Tiramilla!

¿Último? Pues sí. El último.

No lo encontraréis en la web. De hecho, no encontraréis nada mío en ella. Lo ha borrado todo. No ha quedado ni rastro de mi paso por el diario. Es lo que pasa, supongo, cuando quien dirige el cotarro no tiene otra forma de diálogo que la del botón ELIMINAR cuando no le gusta lo que le dicen. Dar la patada sin opción a réplica, pulverizando cualquier posibilidad que tuvieras de entender de qué va el asunto o despedirte de tus compañeros. Borrándote del proyecto como si jamás hubieras existido.

Eso es lo que ha pasado, pero no merece la pena dar más detalles. Ha sido una época cortita, pero emocionante. Participar en un proyecto como DET me ha enseñado muchas cosas y me ha permitido conocer a personas estupendas. A esa gente, sinceramente, les deseo lo mejor.

¡Y bueno! Aquí os dejo el artículo que publiqué y duró apenas unas horas. Espero que os guste.

-----

Libros a comprar

Con el ánimo de mejorar un pelín el blog he añadido una nueva sección en la barra horizontal superior, justo bajo el título de la página. Se llama "Libros a comprar".

En ella iré añadiendo los títulos que me quiero comprar, a modo de lista de la compra. Título, autor y editorial formarán cada una de las líneas. Es una pequeña herramienta, a modo de cuaderno de notas, que usaré para mí, pero que también podréis comentar si os apetece (o hacerme alguna recomendación, ya de paso).

¡Saludos!

jueves, 6 de junio de 2013

Conversaciones con mi musa #10

—Hola —dijo Sara, de repente.
—¡Uh! —exclamé sobresaltado— ¡Hola! ¿¿Siempre tienes que aparecer de esta manera??
Sara se encogió de hombros, como si ya estuviese acostumbrada a mis refunfuños.
—¿Y tú? ¿Tienes que ser siempre tan simpático? Recuerda que yo no aparezco cuando quiero, guapo.
—Ya... Pues a este paso, en una de estas, me quedo en el sitio.
—Exagerado —dijo Sara, casi susurrando y entornando los ojos—, ¿Qué haces?
—Pensar.
—Ya. Obvio. Si no, no estaría aquí.
—Pues llevo días pensando y tú no has aparecido, bonita.
En ese momento, Sara carraspeó.

miércoles, 5 de junio de 2013

¿Con qué sueñan los bebés?

Anoche, mientras acunaba a Carla, fui testigo directo de algo que me hizo pensar en esta pregunta.

Dormía profundamente en mis brazos desde hacía un rato. Cuando duerme de esa forma es imposible apartar la mirada. Es un ángel. A veces hasta sonríe y ese reflejo no hace otra cosa que dibujar otra sonrisa en mis labios. Me impregno de esa paz que suele adueñarse de ella y, cuando eso pasa, me tranquiliza. Me calma. Casi me sube el azúcar. Sería capaz de pedirle al cielo que siempre estuviera así, pero no lo hago, consciente de que me perdería otras tantas cosas increíbles que me esperan.

De repente, Carla empezó a llorar de forma desconsolada. Aún dormía. Aún soñaba. Algo desbaratado debió ocurrir en su mente para sacarla de aquella paz y hacerla temer y sufrir. Afortunadamente, no duró mucho. La pesadilla se fue por donde vino y mi princesa volvió a quedar en silencio y a dormitar como hacía un minuto atrás.

Sorprendido, empecé a preguntarme qué carajo podía pasar en la cabeza de una personita que más allá de biberones gigantes, turbios rostros familiares y una escasa paleta de colores, no ha conocido nada más. No sabe cómo son (o pueden ser) los monstruos. No conoce apenas el dolor. No tiene temores ni miedos porque apenas le ha dado tiempo a conocer la soledad.

Llorar dormido es un acto lleno de significado (o no) que merece reflexión. Dan ganas de explorar dentro de esa cabecita para conocer el miedo más básico que tenemos cuando somos bebés. El temor que nos viene de casa sin haber conocido aún absolutamente nada que nos haga temblar. Ese miedo que imagino, poco a poco se va escondiendo tras los temores que vamos conociendo conforme nos hacemos mayores.

Entonces, ¿con qué sueñan los bebés? Una de esas preguntas que se suman a la larga lista de inquietudes trascendentales. Debe ser, insisto, algo tan sumamente trivial como absolutamente fascinante.