Páginas

jueves, 9 de diciembre de 2021

Minirelato: Donde y cuando tú quieras, allí estaré

El tiempo había cambiado drásticamente en muy pocas semanas. Las tardes de dulces puestas de sol y paseos entre hojarasca habían quedado atrás y la irrupción del negro atardecer, el viento y el frío se habían apoderado definitivamente del mes de diciembre. Como si del verano o el invierno dependiera, el estado de ánimo de Olga oscilaba también entre el calor más reconfortante y el frío más afilado. Entre la cobertura de una generosa y calentita capa de felicidad y el peso más notorio y abrupto de la melancolía.

Como si fuera algo establecido por una norma no escrita, las reuniones con amigos y amigas en torno a una mesa también dependían de la estación meteorológica. Quienes conocían bien a Olga sabían que de diciembre a mayo podían contar poco o nada con ella. Lo tenían asumido. Aun así, no fueron pocas las invitaciones a cenas, conciertos o tardes de juegos de mesa que recibieron negativas por su parte, fuera quien fuera quien lo propusiera. Ahí no cabían interpretaciones. Esa liturgia tenía un sentido. Su sentido. Y los suyos lo respetaban.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Minirelato: Tengo ganas de sentarme, este día ha sido un infierno

 —Estoy para que me tiren al cubo de la ropa sucia —dijo Lambo con voz lastimera y justo después de que se apagase la luz—. Creo que nunca había estado tan cansado.

—¿Qué te ha pasado? —preguntó la joven Ina, sorprendida— ¿Dónde habéis estado? ¡Habéis tardado un montón! ¡Ya pensábamos que no volverías!

—¡Yo que sé! —exclamó Lambo mientras se acomodaba— Tengo ganas de sentarme, este día ha sido un infierno.

Al apoyar la espalda sobre la pared experimentó un alivio como nunca antes. El silencio y la penumbra de la habitación invitaban a cerrar los ojos y echarse a dormir, pero la curiosidad carcomía a cada uno de sus compañeros de habitación, que insistían en preguntarle.

—Dinos, muchacho —le preguntó Robert, el más amable del grupo, mientras se arrodillaba a su lado— ¿Qué te ha pasado?

viernes, 27 de agosto de 2021

Minirelato: El paso más importante que puede dar alguien

—¿¿Tú?? —Luna se llevó las temblorosas manos a la boca mientras comenzaban a brotar lágrimas de sus ojos de forma descontrolada. Sus cejas, arqueadas de forma antinatural, describían junto a su mirada y su sonrisa el sentimiento de sorpresa más extraordinario nunca antes visto en ella— ¿Pero qué…?

Y se tapó también los ojos. La nariz. La cara entera. Empezó a sollozar entre todos aquellos aplausos que habían comenzado siendo para las personas que no podían estar entre sus seres queridos aquella noche y continuaron teniendo como objetivo aquella pareja que parecía sacada de un anuncio. Un anuncio de Navidad.

—¡Pero bueno! —exclamó Pedro, sonriendo y arrodillándose junto a Luna, soltando a su vez la bolsa de pasas— ¿Qué pensabas? ¿Pensabas que me iba a quedar allí?

miércoles, 25 de agosto de 2021

Minirelato: Cuatro mil años después seguía siendo el mismo

Alicia no podía dejar de mirarle. Apretaba sus manos. Movía con sus brazos los de él. Le soplaba, le hablaba. Atusaba su pelo y arrugaba sus carrillos. Buscaba en él algún vestigio de vida o energía que le permitieran abrir los ojos una vez más. Por su naturaleza, ella no derramó una sola lágrima, pero le hubiera encantado tener ese punto de humanidad, aunque únicamente fuera por homenajear a su compañero.

Weiss descansaba con el semblante en paz. No mostraba una sola seña de dolor. De angustia. De agonía. De pesar. Su cuerpo, ya inerte, yacía sobre el centro de un cráter del tamaño de Utah. La detonación de aquella bomba hizo que la temperatura ascendiera inmediatamente tres millones de grados. La presión bajo la explosión fue de ochocientos mil megatones por metro cuadrado, más de cincuenta mil veces la que había en el neumático de un automóvil cualquiera. La explosión pudo ser vista desde cualquiera de los astros del sistema solar y la onda de choque fue tan potente como para destrozar de inmediato cualquier signo de vida a más de diez mil kilómetros de distancia de la explosión. Con esas cifras y teniendo en cuenta el diámetro de la Tierra, aquel día fue el último de nuestro planeta. Sin embargo, Weiss casi mostraba un esbozo de sonrisa. Aún muerto, cuatro mil años después seguía siendo el mismo.

lunes, 23 de agosto de 2021

Minirelato: No caía ni una gota, pero estaba empapado por dentro

El día, para Néstor, ya había comenzado mal. Esa mañana se quedó dormido tras apagar la alarma, pisó una mierda al salir corriendo hacia el instituto y aún así llegó tarde a la primera clase, por lo que se quedó en el patio el resto de la primera hora. Aprovechó para repasar para el examen de Física de la segunda hora (no hay mal que por bien no venga…). Sin éxito. Dolores se sacó de la manga un examen tipo test que destrozó las aspiraciones de Néstor. ¿Qué más podía salir mal? Todo. Todo lo demás.

El primer puñetazo, en la boca del estómago, dejó a Néstor sin respiración.

—Te he dicho que me des lo que llevas —dijo el de la chaqueta negra.

Eran las tres. La hora de volver a casa con un saco de malas noticias. Néstor siempre volvía a casa invirtiendo el camino que solía hacer a primera hora, pero de vez en cuando le gustaba bajar al torrente que rodeaba el distrito y pasear por los callejones repletos de grafitis, botellas de vidrio, viejos asientos de coche y algún que otro neumático convertido en puf. Un trayecto artístico-barriobajero que suscitaba tantas fascinaciones como desagrados.

—Tú, ¿no me escuchas o qué? —preguntó de nuevo.

viernes, 30 de julio de 2021

Minirelato: Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

El olor a tierra mojada y césped recién cortado invadía todo. Por lo menos todo cuanto le alcanzaba la vista. Desde la valla de dos metros de altura que tenía a su izquierda hasta la balaustrada que se encontraba a su derecha. Frente a él, el veterano seto recién podado y el innegable y satisfactorio resultado de una mañana de duro trabajo.

—¿En qué piensas, Oliver?

—Hola, mamá —dijo, haciendo una pausa—. En nada… miraba el jardín.

—Te ha quedado muy bien. Se nota que ya tienes práctica. Vamos a tener que contratarte en serio para que hagas las funciones de Santiago más allá de esta semana.

—¡Lo que me faltaba! —exclamó, entre aspavientos— Ya solo me queda mañana, y lo gordo ya está hecho.

—¿O no estás orgulloso de tu trabajo? —dijo su madre, sonriendo mientras parecía abarcar con sus brazos cada rincón del vergel.

—Sí, pero esto lleva su curro eh…

—Y tanto, hijo. Tanto como cualquier cosa que quieres que salga bien en la vida.