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martes, 11 de septiembre de 2012

Una difícil elección

Yo no sé lo que haré; si gastarme la pasta o... ¡Ups! Perdón, hablaba para mis adentros...
 
Estaba pensando en voz alta sobre la determinación que tendré que tomar cuando llegue el momento en que haya terminado mi libro. Una vez terminado, ¿qué? Pues habrá que buscarle salida, ¿no? No quiero que la historia que me ha costado tanto tiempo y esfuerzo acabe en un cajón, en Mis Documentos o en el mismísimo Dropbox. Quiero que sea leída, que guste o disguste, que entretenga o aburra (espero que esto no ;-D), pero que llegue a la gente.
 
Es ahí cuando te planteas si lo mejor es enviar tu historia a una editorial o decantarse por la autopublicación (que te sale por un pico, pero de esa forma llegas antes a tu meta, que es llegar al público). Dentro del mundo de la autopublicación tienes también dos variantes, que es la de publicar en papel (€) o publicar en formato de libro electrónico (ya os conté hace un tiempo que opté por publicar mi cuento en Binibook, y de momento, poco a poco, algunas personas se lo han ido descargando). Es todo un juego esto de publicar.
 
Os cuento todo esto porque hoy he leído en El Tiramilla un gran artículo de Jordi Sierra i Fabra en el que insiste en que el método a seguir utilizando ha de ser el tradicional; enviar tu obra a una editorial. Todo lo que no sea eso, será llenar el mercado de libros mediocres, de autores que aún están verdes. De obras que no pasarían ni diez filtros de la editorial más tolerante. A mi juicio, es demasiado duro con aquellos escritores que sí merecen la pena (que los hay) y no tienen otra vía para llegar al público que autopublicarse y dejarse la pasta para cumplir su sueño. Sin embargo, estoy con aquellos que comentan que el hecho de autopublicarse un libro no ha de colmar las ambiciones de un escritor; no es lo mismo autopublicarse que un editor te llame y apueste por tí.
 
Si os interesa un mínimo este mundillo, os recomiendo leer dicho artículo y os invito a volver por aquí a comentar esta entrada.
 
Un abrazo, amigos.

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