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viernes, 23 de noviembre de 2012

La calma de la noche

Aquellos que por costumbre (o imposibilidad de hacerlo antes) solemos sacar a pasear a nuestras mascotas a altas horas de la noche, somos de otra raza.
 
 
 
Pocas son las personas que disfrutan haciéndolo a esas horas. Esas horas no son para sacar al perro, diría la mayoría. A esas horas se duerme, se ve la tele, se juega a la consola, se lee, se... Varias ideas más. Pero no señor, a esas horas no voy a ponerme yo a sacar a mear al animal. Para eso, ya lo saco mañana... ¿Os suena? Porque a mí sí.
 
Como he dicho antes, muchos no tienen elección; su rutina diaria le imposibilita sacar a pasear al perro antes. Otros, sin embargo, prefieren la calma de la madrugada para salir a pasear un cuartito de hora cortando el silencio nocturno. En mi caso, debo decir que pertenezco a los dos grupos; hay días en que no tengo más remedio que salir tarde. Hay días en que adoro salir a la calle y parecer el único vivo.
 
Paseando con Dori, muchas veces emulo a Will Smith (Soy Leyenda) y cruzo calles sin ver a nadie en absoluto. La noche es cerrada y calma, y a menudo da la impresión de ser el único superviviente a un desastre sin precedentes. Te da apuro decirle cualquier cosa al perro, porque en esa tesitura, cualquier susurro se convierte en grito. Observas los balcones, los portales, los parques y carreteras y no hay indicios de vida más allá de ti. Farolas encendidas y vigilantes, pero carentes de toda vida. Empiezas a pensar que esa sensación única de estar dentro de una burbuja con apariencia de ciudad, tiene que poder transmitirse de alguna forma para que todo aquél que no tiene la costumbre de salir a esas horas intempestivas, sepa cómo te trata la madrugada cuando no duermes, cuando sales a la calle.
 
Lamentablemente, todo eso deja de ser así cuando ves a otro haciendo lo mismo que tú y al que se le cae la fantasía; ya no se siente Will Smith.

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