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martes, 10 de noviembre de 2020

Aireando el blog por Halloween

¡Madre del amor hermoso! —dijo el joven explorador— No os vais a creer lo que acabo de encontrar en esta polvorienta estantería.

—Sorpréndenos —canturreó el resto del grupo, al unísono.

Un blog.

Y sí, vuelvo al blog. Parece mentira que, echando la vista atrás, hayan pasado ya tres años desde la última entrada. Tres años desde que se fue la musa. Tres años desde que las ganas de jugar y visionar vencieron a las ganas de imaginar y de escribir.. ¡Qué pena!

Por eso creo que ya toca levantarse de este sofá del tiempo, engrasar de nuevo la máquina de historias y retomar los buenos hábitos. No se me ocurre mejor manera de hacerlo que con una pequeña historia que escribí hace poquito, con la excusa de la semi-celebración de la noche de Halloween en familia. Como la pandemia del Covid-19 nos invitó a quedarnos en casa, este año no hubo incursiones por Son Ferriol o los barrios de Palma que deciden en la noche del 31 de octubre decorar sus casas para celebrar la conocida fiesta del terror. En su lugar, celebramos una noche de historias de miedo, pollo frito y pelis de miedo con guarnición de chuches.

Cada uno de los miembros de la familia escribió su historia. Mi mujer, mi hermana, nuestros hijos y yo mismo escribimos una historia de terror sin más normas que el miedo mismo y fue la noche de Halloween cuando las leímos todas a la luz de las velas.

¡Nos encantó la experiencia! Y como tengo la historia aquí esperando tras el telón, sirva esta entradilla como vuelta al blog.

¡Que la disfrutéis!

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