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jueves, 19 de noviembre de 2020

Minirelato: El chico estaba comenzando a conocer chicas

La habitación del sospechoso estaba patas arriba. Los agentes habían revuelto el armario en busca de discos duros, sticks USB, drogas, armas y cualquier otro elemento que se saliera de lo normal en la vida de un adolescente. Ricardo Beltrán, subinspector de policía, entró en el dormitorio y vio a sus tres agentes con los brazos en jarra, meditabundos.

—Buenos días —saludó el subinspector— ¿Habéis dado con algo?

—Nada destacable, señor —contestó Muñoz—. Fuera del ordenador está todo en orden. Es la habitación habitual de un freak.

—¿Por qué colecciona latas de Monster? Perdón, ¿Y dentro del ordenador? ¿Habéis revisado su historial de navegación?

—Poco a destacar —intervino la agente Suárez—. Visitas a webs de juegos online, portales de descarga de películas y series anime y mucho Twitch. Ah, y es fanático de G2. Tiene mucho material de G2.

Conforme le escuchaba, Beltrán había ido poniendo cara de incredulidad.

—¿Animes? ¿Tweech? ¿G2? —preguntó Beltrán levantando las manos con las palmas abiertas— ¿Alguien me lo explica en cristiano? ¿Qué carajo es G2? ¿Una banda criminal?

—Es Twitch, señor —intervino Caparrós, el más joven del grupo—. Es una plataforma de streaming de casters y gamers. Muchos adolescentes…

—Señor… —interrumpió Muñoz— Nada raro. Y G2 es un equipo de chavales que juegan a videojuegos.

—Pero vamos a ver —le cortó el subinspector—. Os pido que vengáis al domicilio de un psicópata, que registréis su habitación para hallar evidencias de un comportamiento totalmente irracional y completamente enfermizo y ¿me venís con que no habéis encontrado nada raro? ¿pero qué clase de policías sois?

Los tres se encontraban mirando al suelo.

—Bueno…

—¿Sí? —se giró el subinspector hacia Suárez.

—El chico estaba comenzando a conocer chicas —contestó la agente, esforzándose por explicarse de la mejor manera posible.

—Entonces no sería tan friki, ¿no? ¡Joder, apagad esos neones, que parece que estemos en la habitación del Rubius! ¿Con quién se ha estado viendo? Quiero nombres, centros de estudio, perfiles en redes sociales, números de teléfono… —Beltrán comenzó a gritar, a la vez que caminaba en círculos por la habitación— ¡Todo lo que podáis recabar de cada una de las chicas! ¡Quiero que averigüéis dónde han ido, dónde han comido, qué película fueron a ver al cine…!

—Señor —interrumpió Muñoz.

—¿Qué pasa ahora?

—Que no se ha visto con ninguna de las chicas con las que ha hablado.

—¿Cómo? —masculló Beltrán, incrédulo.

—Así es —intervino Suárez—. El chico ha estado usando Tinder para conocer chicas, pero todavía no ha quedado físicamente con ellas.

—Y entonces —aunque se esforzaba por no perder los estribos, Beltrán estaba realmente fuera de sí—, ¿de quién coño era la abuela que se ha comido?

—Señor —dijo Caparrós—, esa mujer no era abuela de nadie. No tenía nietos.

—¿Y qué vínculo tenía con el psicópata entonces?

—Ninguno —dijeron los tres al unísono.

Beltrán estaba a punto de saltar por la ventana.

—En la grabación de la cámara del banco —comenzó a relatar Suárez—, el sospechoso se acercó a la señora por detrás cuando ella estaba sacando dinero del cajero y empezó a morderle en el cuello. Le mordió también los carrillos, las orejas, la nariz, la barbilla, el pelo… Hasta que la dejó sin rostro. Cuando Muñoz le separó del cadáver solo gritaba que le había mirado mal y que su madre era vagabunda.

—¿Vagabunda? ¿Pero qué…? ¿Y sigue sin querer declarar?

—No suelta prenda —dijo Muñoz.

—Volvamos a comisaría. Le hablaremos del G2, del animes y del tweech. Seguro que le sacamos algo.

¡Gracias por la frase, Marc!

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